Son innumerables los mitos que rodean al Nilo. Ya de niño leí el libro de Rüdiger Nehberg Aventura en el Nilo Azul y Durante mucho tiempo el proyecto de remar el Nilo con el SUP yacía entonces en el cajón.
Nuestro espíritu descubridor esperaba una remada idílica a través del histórico y onírico río egipcio, pero no tan extrema como la de Rüdiger Nehberg, ya que descartamos el factor cocodrilos al empezar al norte de la Alta Presa de Asuán. Para tener un comienzo fácil, nos acompañó una feluca, un barco de vela tradicional, durante los primeros 5 días.
A las felucas les resultaba difícil apuntar el largo camino desde Luxor porque se necesitaban demasiados permisos, el camino de vuelta era demasiado largo y el viento disminuía hacia el norte. Nuestra dirección de remada fue dictada por la corriente de sur a norte, que desafortunadamente es viento del norte, contrario a la dirección más común del viento. Así que la conclusión fue: remar con la corriente, pero contra el viento. No sabíamos cuántos kilómetros al día son factibles, porque esto siempre depende mucho de la corriente y de la fuerza del viento.
Estábamos equipados con una GTS Sportstourer 13.0, la GTS Cruiser 11.6 y dos palas ligeras GTS Narrow.
Una y otra vez nos paraban los pescadores, que nos preguntaban de dónde veníamos y a dónde queríamos ir. No podían creer que fuéramos en SUP. Desembarcamos en una pequeña isla del Nilo al atardecer; a las 17.30 ya había oscurecido. Osama, el cocinero, y Mahmoud, nuestro capitán, prepararon la cena en la feluca. Como las noches de enero pueden ser bastante frías incluso en Egipto, encendimos una hoguera en la isla y nuestra tripulación nubia tocó el tambor y cantó para entrar en calor. Si duermes en el barco, te despiertas con el amanecer. Pero en invierno, las noches y las madrugadas son muy frescas, por lo que la tripulación de nuestro barco sólo salía de sus mantas cuando el sol ya tenía suficiente fuerza para calentarlos.
Es decir, con una hora de vacaciones relajada, las 9 de la mañana, desayunamos. Durante la construcción de la controvertida presa de Asuán, más de 100.000 nubios fueron reubicados a la fuerza en pueblos recién construidos a 45 km al norte de Asuán. El reasentamiento fue un éxito. Los nubios han mantenido su identidad cultural, pero tienen un mejor nivel de vida que la generación de sus abuelos y acceso a una mejor educación.
Siempre es el mismo patrón que observamos en nuestras vacaciones de SUP: los canales de riego, en los que se bombea el agua del Nilo, crean un jardín verde de 1-2 km de ancho de palmerales y campos de verduras. El pueblo se sitúa entonces justo detrás, para no desperdiciar suelo fértil en la frontera del gran mar de arena del Sahara.
Nuestro destino en el segundo día de la excursión en Stand Up Paddle fue Kom Ombo, a 47 km al norte de Asuán.
Con un ligero viento en contra y con todas nuestras pequeñas paradas, remamos unos 5-6 km en una hora. A menudo nos invitaban a tomar el té los pescadores que tienen estufas de gas en sus barcos, así que atracamos los SUP en medio del Nilo en los barcos de pesca para la hora del té. Poco antes de Kom Ombo vimos más camellos a orillas del Nilo. Nos detuvimos en Daraw, porque los fines de semana hay uno de los mayores mercados de camellos de Egipto. Los camellos proceden de Sudán y se envían en camiones a El Cairo, donde se sacrifican para obtener carne de camello. Al atardecer llegamos al templo de Kom Ombo, situado directamente en la orilla del Nilo.
Causamos un poco de revuelo cuando atracamos nuestros SUPs justo entre los cruceros del Nilo. Como nuestra felucca tenía que navegar con un ligero viento en contra y se movía más despacio que nosotros, tuvimos tiempo de conocer gente por el camino o descubrir templos olvidados y escondidos en la misma orilla. Así que encontramos a 60 km al norte de Asuán un templo en Gebel el-Silsila escondido entre los juncos, claramente menos frecuentado por el turismo de masas que Kom Ombo, porque aquí como mucho paran las felucas.
“Llegamos al templo de Kom Ombo al atardecer.«
Los cruceros por el Nilo se detienen como mucho para hacer una foto del barco. Las rocas del desierto del este y del oeste se juntan tanto aquí que el valle del Nilo se vuelve especialmente estrecho, por lo que se puede pasar un día relajado en el SUP, ya que apenas hay que remar debido a la fuerte corriente. La piedra arenisca se extrae aquí desde los tiempos históricos más antiguos. Numerosos templos del Alto Egipto se construyeron con la piedra arenisca de estas canteras. Las piedras se enviaban a Karnak, Luxor, Kom Ombo, Esna, Edfu y muchos otros lugares del Alto Egipto. En la minería a cielo abierto, a veces se practicaban cortes de hasta veinte metros de altura en la roca para obtener el codiciado material de construcción.
Escondimos nuestras tablas en los juncos y salimos.
Con un poco de suerte, los guardias de los templos suelen desbloquear tumbas o puertas de templos cerradas. Los días en el Nilo fueron similares, el paisaje estaba dominado por burros y vacas, a veces camellos, pastando en las orillas. Las plantaciones de plátanos y caña de azúcar, así como los palmerales de dátiles, se alternaban; detrás de ellos se veían las dunas del desierto. Cada hora oímos el bocinazo del tren, que conecta El Cairo y Asuán y es probablemente el medio de transporte más rápido por el Nilo después del avión. En Esna nos despedimos de la tripulación del barco: nuestro transporte de cama y equipaje, que nos había estado siguiendo por así decirlo, nos dejó y seguimos remando en solitario sin apoyo del barco. Nuestro mínimo equipaje consistía en 2 sacos de dormir, 3 camisetas, cepillo de dientes, dinero, teléfonos móviles y cámaras. Al norte de Esna había claramente menos felucas, de vez en cuando todavía pasaban por delante de nosotros las Dahabiyas, las casas flotantes del Nilo, pero por lo demás la cosa se volvió claramente más tranquila aquí en el río.
Los cruceros nos pasaban en columnas de 6 o 7 como máximo por la mañana o por la tarde, ya que suelen atracar en los templos por la mañana y navegar de un lugar a otro por la noche.
Con 25-30 km al día avanzamos mucho, compramos pan, queso feta y tomates en las pequeñas tiendas de la orilla y aprendimos que siempre hay tiempo para un té. Los niños se sentían orgullosos cada vez que podían probar nuestros SUPs o les llevábamos a remar un poco en nuestras tablas. Pasamos la noche en las plantaciones de plátanos o sin ser molestados en las islas del Nilo sobre nuestras tablas en sacos de dormir. Las tablas GTS son un excelente sustituto de la cama cuando se acampa. Los zocos de las ciudades son un buen lugar para abastecerse de provisiones. Para los interesados en la historia, hay innumerables templos y tumbas que explorar fuera de la ruta turística, además de Edfu y Esna, como El Kab o la pirámide de Al Kola. Así que pasamos el día sin poder remar con casi 30 nudos de viento como arqueólogos aficionados. Es increíble lo bien conservados que están estos testigos de la historia de entre 3000 y 3500 años de antigüedad.
Es sorprendente el colorido y el detalle de los dibujos, que representan la vida en el Nilo en aquella época. Nuestro último día hacia Luxor – 30 km a remar – fue recompensado con buena corriente y viento de cola y así ya estábamos al mediodía y por lo tanto 3 horas antes de lo esperado en el puente de Luxor. A partir de ese momento nos acompañó por primera vez un barco de la policía turística. Aquí quedó claro el alcance de la falta de turismo desde la revolución y ahora después de Corona. Unos 50 cruceros yacen varados en la entrada de la ciudad de Luxor, a orillas del Nilo.
Nuestra embarcación de la policía turística nos acompañó directamente al hotel, donde nos registramos mediante el SUP, ya que muchos de los hoteles están construidos justo en la orilla. Después de 9 días en el Nilo (uno de ellos no remable) y 200 kilómetros remados entre Asuán y Luxor, vimos el sol hundirse sobre la orilla oeste por última vez. Con muchas historias interesantes, pequeñas aventuras y mil impresiones nuevas, finalmente terminamos nuestro recorrido con una remada de despedida hacia la orilla occidental para visitar el Valle de los Reyes y los Colosos de Memnon, así como el Templo de Hatshepsut en bicicleta.
Texto e imágenes: Kathrin Borgwardt
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