Día 5: Tiempo libre, hamacas en la selva y profunda conexión con la naturaleza

El quinto día de nuestro viaje comenzó con una mañana relajante. Sin un tour o excursión planificada, cada uno de nosotros podía hacer lo que quisiéramos hacer. Algunos de nosotros éramos un poco perezosos, pero todos sabíamos que realmente queríamos hacer un recorrido de trekking y pasar la noche en la selva.

Ya el primer día les pregunté a todos si podían imaginarse durmiendo en una hamaca en la selva. Las opiniones estaban divididas: la mitad no estaba segura, la otra mitad podía imaginarlo, pero no estaba del todo convencida. Pero en los últimos días nuestro equipo se había acercado aún más y habíamos ganado confianza en nuestra tripulación y nuestro guía. Acordamos que sería una gran experiencia despertarse en una hamaca por la mañana y experimentar la selva, incluidas las llamadas de los pájaros y los sonidos en los árboles.

Cada uno de nosotros se había superado a sí mismo y había ganado valor y confianza en sí mismo. Personalmente, me había dado cuenta aquí en la selva de lo simple y hermosa que puede ser la vida. Tenía muchas ganas de pasar aún más tiempo explorando la naturaleza en el futuro. Entramos en la selva sólo con el permiso de los indios, porque era su hábitat milenario.

Para ver la diversidad de la isla desde arriba, volé mi dron a más de 300 metros de altura. Estuvimos de acuerdo en que era importante cuidar nuestro entorno, por lo que utilizamos tablas de paddle o botes para no dejar huella.

El resto del día fue poco espectacular, pero nuestro chef nos había sorprendido con dos deliciosos pasteles: plátano y pastel de maracuyá. Al atardecer nos sentamos juntos y filosofamos sobre la vida. Era un día tranquilo, pero sabíamos que la próxima aventura ya nos estaba esperando.

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